Mi Nombre es Nadie
Pesadillas de un Insomne
Quién es el causante de tanto Miedo?
Por Jorge Enrique Abello
Es tarde, mi mujer ya se ha entregado al sueño, una sirena lamenta con su canto la noche, no tiene dientes verdes, ni habita en el agua, pero en su panza lleva a un hombre moribundo, así cantando lo anuncia, un perro le ladra para espantarla, no es de los míos, ellos también duermen. Reviso que mi hija esté bien cubierta, la noche es fría. Sin más remedio apago la luz y sin quererlo trato de conciliar el sueño que se me escapa por todos los poros, cierro los ojos y temblando recibo la visita indeseada, “the nightmare” como la bautizaron los anglosajones, “la yegua de la noche” en su nombre poético o la pesadilla, como comúnmente la solemos llamar. Se hace a un espacio en mi cama y me abraza dulcemente y al oído comienza a murmurarme todos los miedos; hipnotizados, mis ojos se abren y entre las sombras veo el cuerpo de una mujer inerte cubierta de escombros, con los brazos desmadejados en cruz, cerrados los puños por la impotencia, la boca abierta llena de tierra hasta los labios y mirada detenida.
La dama de la noche me conoce y sabe que quiero escapar a su sombrío encanto, me toma de las manos como a un hijo y me lleva por el sendero que no quiero recorrer, para mostrarme pequeños ataúdes blancos, con ángeles amortajados que jamás volverán a volar, con sus ojitos hinchados y las manos destrozadas por la peste de la violencia que no perdona a nadie… me susurra al oído, “hombre lobo para el hombre”… hombre-lobo. Veo hombres con hondas lanzando piedras y otros hombres que les contestan con balas, los veo a todos cubiertos por fuego, sé que no es el infierno, esto es obra del hombre. No quiero ver más, ella sonríe y deja escapar su aliento helado como brisa de madrugada y me pregunta que si quiero saberlo, que si quiero saber quién está de todos esto, de los gritos, de las lágrimas, del horror de la desesperanza; quién es el dueño de la tempestad, quién ha decidido tomar la máscara de Dios y ocultar su rostro en ella para señalar quién morirá mañana.
Me pide que me siente, justo al frente y sentado cara a cara está el otro, el asesino, el destructor, y me pide que la hable, pero no quiero, no puedo hacer nada, ni salvar a nadie, quiero despertar pero la vieja dama me lo impide y cantando se aleja dejándome solo frente al monstruo. Sé que la única forma de escapar es prendiendo la luz y de regreso en mi cuarto, en el sobresalto de la resurrección, darme cuenta de que todo era una pesadilla, y olvidar, por encima de todo olvidar… pero no puedo, él prende la luz primero y quedo preso en mi sueño que es su vigilia. Quedo pasmado frente al ángel exterminador, que seguro me devorará, abro los ojos para ver mi último momento como si fuera una bocanada de aire y lo veo… del otro lado de la mesa, con la mano aún sobre la lámpara, absorto y mudo me veo, muerto de miedo, a mí mismo mirándome como para reconocerse.
©2 0 0 4 Revista Rolling Stone Colombia Abril 2 0 0 4
(texto extraído de http://yosoybettylafea.altervista.org/pesadilla.htm)
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